Santo Domingo, 01 de feb- En el año 2020 publicamos el artículo, “La Importancia de las Cooperativas” y señalamos que la ley que rige esta actividad en la República Dominicana (127/64), data del año 1964, así como el organismo que regula las cooperativas, IDECOOP(Instituto de Desarrollo y Crédito Cooperativo), fue creado en el año 1963(Ley 31-63). De igual manera se indicó que se estaban realizando esfuerzos encaminados a llevar a cabo modificaciones importantes a estas leyes, con miras a adaptarlas a nuestros tiempos considerando los grandes cambios que se han verificado en todas las actividades comerciales y que no escapan a las actividades propias de las cooperativas. A la fecha, en nuestro conocimiento, no se ha realizado ninguna modificación a estas leyes y aparentemente estos proyectos se encuentran engavetados.
En este caso, queremos plantear el desarrollo de nuestra agroindustria a través de las cooperativas, medio que podría considerarse ideal para estos fines, tomando en cuenta que este modelo es el que agrupa mas cooperativas agropecuarias a nivel mundial(32%, CEPAL) y en el caso específico de nuestro país son también la mayoría con un 29% del total.
Primeramente, debemos señalar que, explicado de manera muy sencilla, una agroindustria es aquella que utiliza principalmente y mayormente materia prima agropecuaria, forestal, pesquera y acuícola a las que se le somete a varios procesos después de la cosecha, como son transformación, almacenamiento, empaque y comercialización. O sea que el producto del campo tiene un mayor valor agregado que permite que el productor agrícola tenga una mayor participación en la conformación del precio final del mismo.
De igual manera habría que destacar que el desarrollo de la Agroindustria promueve la expansión del campo, su tecnificación, reduce sustancialmente las importaciones de productos industrializados del campo, reduce la migración o traslado de la población del campo a la ciudad ya que particularmente en el país la población rural se ha reducido de 3.1 millones en el 2005 a 1.8 millones en el 2020. Así mismo, aumenta la seguridad alimentaria del país, se incrementan las exportaciones, ya que años tras años los mercados de exportación crecen de manera natural por el aumento de la población mundial que demanda mas alimentos.
Las migraciones del campo a las ciudades se producen por las pocas oportunidades que allí se encuentran, porque con una venda en los ojos los estados consideran al campo como si estuviese fuera de las actividades económicas de un país y se ve de manera aislado del aparato económico, porque habría que decir que en muchos casos los modelos económicos llevado a cabo por los países se convierten en promotores del desequilibrio rural- urbano.
Específicamente estamos planteando la creación y construcción de parques agroindustriales que agrupen cooperativas de micro, pequeños y medianos productores del campo, en zonas ubicadas conforme a estudios técnicos que determinen las localizaciones que arrojen los menores costos de los factores que intervienen. A la construcción y desarrollo de estos parques, deberán añadirse el apoyo global de la entidad que rija estas actividades para el desarrollo de proyectos de inversión en el área, educación a los productores agrícolas, investigación y asistencia técnica y guías organizacionales. El productor agrícola deberá convertirse en un empresario rural.
Lo anterior, perfectamente puede ser realizado por el estado dominicano, toda vez que estos parques podrían catalogarse como zonas francas de alto rendimiento, muy diferentes de las zonas francas tradicionales que existen en el país, porque las que se proponen tendrían grandes derrames positivos sobre nuestra economía y de orden social, entre los que se destacan:
Materias primas casi en su totalidad de origen nacional
Reducción o eliminación de las pérdidas que eventualmente se producen después de las cosechas por falta de mercado.
Integración del campo a los procesos productivos lo que generará una mayor utilización de mano de obra, mejor pagada, menos rotación y reducción de la migración de la población rural a la ciudad.
Mayor seguridad alimentaria con la integración a estos parques de los agricultores, pescadores, ganaderos, silvicultores, entre otros.
Mayor capacidad de negociación con los clientes potenciales y mejores oportunidades de financiamiento.
Aumento de la competitividad.
Mayor participación de este sector primario en el PIB, la cual ha permanecido estancada en los últimos 20 años.
Es necesario que los legisladores del país realicen las modificaciones y actualizaciones de las leyes que rigen las cooperativas y del organismo que las controla y supervisa, lo cual parece una condición requerida para impulsar la llamada economía social o tercer sector (Defourny 1992), juntamente con el desarrollo de la agroindustria