Suiza es el país de las cooperativas. Sin embargo, la cooperación no solo caracteriza a la economía del país, también constituye el principio fundador de su cultura política.
Prácticamente, todos los suizos y suizas compran sus alimentos en una de las cooperativas del país. Y mucha gente tiene cuentas en un banco cooperativo. Además, el principal fabricante de comida para animales, la principal compañía de coches compartidos e incluso una parte de los medios de comunicación públicos en Suiza están organizados como cooperativas.
Nueva Zelanda es el único país donde las empresas cooperativas crean más puestos de trabajo por cada 100 habitantes que en Suiza (datos de 2014Enlace externo). Tan solo en la cooperativa Migros trabajan casi 100 000 personas: el principal empleador privado en Suiza fabrica y vende, a través de sus supermercados, una amplísima gama de productos, que van desde el talco para bebés hasta los panecillos del desayuno.
¿Pero qué es lo que diferencia a las cooperativas de otro tipo de sociedades? La respuesta es que en las cooperativas la voz de cada miembro cuenta lo mismo. Se aplica la misma regla que en la democracia: una persona, un voto. Mientras que en las sociedades anónimas, una sola persona puede obtener una mayoría si posee el 51 % de las acciones.
Socios suelen juntarse en una misma cooperativa para perseguir un común objetivo práctico o ideal. Los beneficios se utilizan para reinvertir en la cooperativa o se distribuyen entre los socios en lugar ensanchar los bolsillos de los inversores extranjeros.
En algunos proyectos cooperativos, por ejemplo, en cooperativas agrícolas como Longo Mai, la vida cooperativa suele abarcar todos los ámbitos de la vida.
Probablemente, un experimento similar fue la convivencia en la “Freidorf” o “aldea libre” cerca de Basilea durante las primeras décadas de su existencia. A partir de los años 1920 convivían en 150 casas puerta a puerta jefes y empleados de la cadena de supermercados hoy conocida por el nombre de Coop. Compraban en su propia tienda de la urbanización y ahorraban colectivamente para la pensión. Aquí, la idea cooperativa trascendía a todos los ámbitos de la vida. Y con los alquileres de las viviendas casi salían ganando, pues pagaban 850 francos anuales durante los primeros años, mientras recibían 200 francos de vuelta por los beneficios que generaba la tienda.
Hasta el día de hoy, una vivienda asequible suele ser la razón de ser de muchas cooperativas. Las cooperativas inmobiliarias de hoy garantizan, ante todo, alquileres a precios bajos, aunque algunas pocas también ofrecen formas alternativas de convivencia. Las cooperativas contribuyen de manera decisiva a la conservación de un parque de viviendas asequibles en los centros urbanos más solicitados, especialmente en ciudades caras como Zúrich.
En relación con el número de habitantes, solo existen dos paísesEnlace externo con más cooperativistas que Suiza. Solo las diez empresas cooperativas más grandes del país aportaban en 2018 más del 11 % al producto interior bruto. Suiza es, por tanto, el país de las cooperativas. Siempre lo ha sido.
Un gran rotativo suizo describió a las cooperativas como el “caldo primigenio de la economía suiza”. De hecho, también se las podría calificar de sopa primitiva de la cultura política helvética.
El binomio “Confederación Suiza”, con el que suele designarse oficialmente al país alpino, apunta a esa idea de nación-voluntad. Suiza se define no como un Estado unido por una lengua o una cultura común, sino por cómo se constituyó. Más allá de los mitos nacionales, es un hecho comprobado que en muchas regiones suizas se establecieron comunidades políticas como entidades precursoras del Estado.
Hace unos 700 años, las “juntas y corporaciones” administraban sus pastos y montes de mancomún. En la Edad Media, muchos campesinos se aprovechaban de los terrenos abandonados, mientras que la nobleza y los monasterios cedían sus tierras para que dichas corporaciones las cultivaran. Los rebaños de los consocios pastaban juntos y los trabajos de pastoreo se organizaban colectivamente.
Las corporaciones estuvieron en el origen de toda comunidad política: de ellas nacieron las aldeas y los municipios. Con el tiempo, tales corporaciones fueron asumiendo cada vez más tareas, desde el aprovisionamiento de aguas hasta la justicia. Más tarde se ocuparon también de la caridad y la asistencia a los pobres. En esas comunidades se vivía la “democracia directa en su forma más pura”, certifica el historiador Hans Stadler.
A partir de los años 1830, se unieron campesinos, artesanos y trabajadores en Suiza para fundar las primeras “asociaciones de pan y fruta”. Concebido y fomentado por el movimiento internacional nacido en la ciudad inglesa de Rochdale, se desarrolló en las décadas siguientes el cooperativismo helvético. Sus referentes precursores también se veían como continuadores de la antigua tradición comunitaria de la Confederación. Y en 1881, el Derecho suizo acabó instituyendo la figura jurídica de la “cooperativa” como forma reconocida de organización empresarial.
En 1895, participantes de 13 países fundaron las organizaciones internacionales del cooperativismo político. También viajaron delegados suizos al congreso fundacional de la Alianza Cooperativa Internacional (ACI) en Londres.
En Suiza se desarrollaron cooperativas en la agricultura, en el sector crediticio y en la construcción. Para la economía suiza en su conjunto, las más importantes fueron las cooperativas de consumo, que constituían, al mismo tiempo, la espina dorsal del cooperativismo político en este país.
En torno al año 1900, el movimiento cooperativista mundial empezó a convertirse en una fuerza pacifista e internacionalista, que consiguió mantener a distancia a los países beligerantes también durante la Primera Guerra Mundial, según afirma la historiadora especializada Rita Rhodes en entrevista con SWI swissinfo.ch. Etimológicamente, “cooperativa” surge del concepto cooperación. En el Congreso cooperativo de Basilea en 1921, el delegado de la Sociedad de Naciones declaró que las organizaciones internacionales perseguían los mismos objetivos que el movimiento cooperativista.
De 1981 hasta 2013, la ACI tenía su sede en la Ginebra internacional. Desde entonces está afincada en Bélgica. Al igual que la Sociedad de Naciones en su día, Naciones Unidas mantiene una relación de amistad con las cooperativas: desde 1995, la ONU celebra cada año el “Día Internacional de las Cooperativas” el 2 de julio. El lema del año 2022 era “Las Cooperativas construyen un mundo mejor”.
En su día, las cooperativas de consumo suizas se inspiraron en la visión de una sociedad mejor. De esta inicial idea nació la actual Coop, una de las principales empresas del comercio al por menor del país. Junto con su competidora Migros, esta cooperativa acapara una cuota de mercado de más de dos tercios del total de ventas de alimentos en Suiza.