Santo Domingo, 16 enero– Las cooperativas desde su fundación fueron creadas como medios mediante los cuales personas de escasos recursos que no tienen un hábito o cultura del ahorro, así como por no tener acceso al crédito en las instituciones financieras formales como los bancos, tuvieran la oportunidad de ahorrar y recibir financiamiento.
Se permitió así que estas personas pudieran convertirse en sujeto de crédito y crear el hábito del ahorro e inversión.
Fue en el año 1844 que un grupo de artesanos de la fábrica de algodón de Rochdale, al norte de Inglaterra, deciden crean la primera cooperativa de los tiempos modernos, que se denominó Pioneros de Rochdale.
Según información de la Confederación Nacional de Cooperativas (COONACOP), la primera cooperativa en la República Dominicana surgió en el año 1946 en Manoguayabo, Santo Domingo, por iniciativa del padre Alfonso Chafe, luego también el padre Santiago Walsh formo otra cooperativa en Bayaguana.
Indiscutiblemente la formación y desarrollo de las cooperativas en el caso de la Republica Dominicana, así como en otros países, ha venido a solucionar, dentro de su ámbito de acción, un problema del financiamiento tanto individual como de pequeñas empresas, que al no tener acceso a la banca formal se ven sometidos a préstamos de usura del sector financiero informal, cuyos interés en la actualidad puede oscilar entre 48% y 60% de interés anual. Todo esto sin contar con los de prestamistas individuales, cuyos intereses pueden llegar hasta cerca de 100% anual. En las cooperativas de ahorro y crédito estos intereses pueden estar entre un 16% a 24% anual; a esto se agrega que parte de los beneficios por los préstamos los recibe el socio.
Existen innumerables evidencias de como socios de cooperativas tanto de ahorro y crédito, de consumo o de producción, han mejorado sus condiciones de vida a través de obtener financiamiento para la compra o construcción de vivienda, ajuares para el hogar, creación y desarrollo de empresas, compra de medios de transporte, entre otros.
A pesar de todas estas bondades existe preocupación con respecto al crecimiento acelerado de instituciones cooperativas en la República Dominicana. Aunque por un lado se considera como un logro o éxito del país, por otro lado mueven a preocupación tanto los mecanismos como han sido creadas una parte de ellas, como los fines para las que han sido creadas recientemente.
Para el año 2016 ya existían 860 instituciones cooperativas y para el 2020 1,162; para febrero del año 2022 el IDECOOP formalizó mas de 300 nuevas cooperativas, pero esta entidad no tiene claro en términos de la cantidad de instituciones cooperativas realmente existentes, su estatus, el desarrollo de sus operaciones y la cantidad de personas efectivamente asociadas a estas entidades.
Es por lo tanto necesario que se haga un diagnostico para determinar la cantidad de cooperativas, cantidad de miembros y si sus operaciones se ajustan a las leyes y reglamentos por las que tienen que regirse estas instituciones financieras mutualistas, para que los socios tengan garantizados sus ahorros y sus beneficios.
Si no se corrige la falta de supervisión efectiva de las cooperativas, estaríamos en la antesala de una debacle, ante la intervención de manos inescrupulosas que se quieran aprovechar de la vocación solidaria de grupos de personas, que se reúnen para lograr su bienestar colectivo; que también podría repercutir en el sistema cooperativo en su conjunto, hasta las que tienen la casa en orden, generando desconfianza y las solicitud de retiros masivos de sus ahorros, que haría colapsar todo el sistema.
A partir del diagnóstico planteado y de forma paralela se debe hacer una reforma y fortalecimiento del sistema en términos de regulación, tanto del IDECOOP, como también involucrando la superintendencia de bancos, para la supervisión sobre todo de las cooperativas de ahorros y créditos. Esto último también con el objetivo de evitar que las cooperativas se conviertan en un mecanismo fluido de lavado de dinero y de trafico de influencias, para que personas con mucho poder financiero, en complicidad con cabezas de consejos directivos de estas entidades, se aprovechen de la bondad de los socios para hacer jugosos negocios con los fondos solidarios