Santo Domingo, 05 de junio de 2025- Cada 5 de junio, más de 150 países se unen para conmemorar el Día Mundial del Medio Ambiente, una fecha que desde 1973 ha servido como la principal plataforma global para la concienciación y la acción ambiental. Este 2025, el llamado es claro y urgente: “Poner fin a la contaminación por plásticos”, lema oficial impulsado por el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA). La sede de la celebración es La República de Corea, un país cuya lucha contra los plásticos refleja los retos de todo el mundo, incluida la República Dominicana.
El mundo produce más de 400 millones de toneladas de plástico al año, pero menos del 10% es reciclado. Lo alarmante es que hasta 11 millones de toneladas terminan cada año en ríos, lagos y océanos, afectando gravemente la vida marina, la salud humana y el clima. Se han encontrado microplásticos en el agua potable, en la sangre y hasta en la placenta humana.
Este fenómeno no es ajeno a la realidad dominicana. Según estimaciones, en el país se generan aproximadamente 300,000 toneladas de residuos plásticos al año, de las cuales solo entre el 5% y el 10% se recicla. El resto termina en vertederos a cielo abierto, en las calles y, eventualmente, en el mar Caribe, convirtiéndose en una amenaza directa para los ecosistemas costeros y marinos.
Los desafíos ambientales de República Dominicana
La situación medioambiental en el país es compleja y multifacética. Entre los principales retos que enfrenta la República Dominicana se destacan:
¿Qué estamos haciendo como país?
A pesar de los retos, en los últimos años la República Dominicana ha mostrado señales positivas en su compromiso ambiental:
En el marco del Día Mundial del Medio Ambiente 2025, múltiples instituciones dominicanas están organizando actividades de sensibilización y acción directa:
El Día Mundial del Medio Ambiente no es solo una fecha simbólica, sino una oportunidad concreta para reflexionar sobre nuestro papel como ciudadanos y tomar acción. Reducir, reutilizar y reciclar debe dejar de ser un lema para convertirse en una práctica diaria.